Yo y las etapas. Me gustan, siempre lo he dicho. Para ser fiel a mi forma de ser, creo que puedo decir que estoy dentro de una. Más aún, quizás una de las etapas más importantes de mi vida. Debo agradecer que tenga gente cerca de mí que es capaz de decirme las cosas a la cara. De darme consejos por muy duros que parezcan. Hoy conversé con uno de mis grandes amigos, quizás el amigo con el que me gustaría estar cerca el resto de mi vida, aunque el destino en este minuto está diciendo otra cosa… pero eso, es definitivamente otra historia. Me planteó un tema que creo que es sumamente relevante al momento de tener que tomar decisiones, sobre todo aquellas que involucran el corazón.
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Hablamos de los sentimientos y las certezas. Yo antes dije que un corazón puede valer más que 10 cabezas juntas. Sigo creyendo lo mismo, pero creo que no es lo único a tener en cuenta. Muchas veces un toma decisiones con los sentimientos, es decir, con el calor del momento o de ese torbellino de momentos. Con esto quiero decir que no me refiero a un momento único en el espacio, sino quizás a una cadena de eventos que conducen a un resultado final. Un resultado que puede estar completamente alejado de lo que creemos que somos capaces de hacer y que más tarde nos podemos arrepentir terriblemente.
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Pero cuidado, los sentimientos no se pueden dejar de lado. El matrimonio no funcionaría sin sentimientos, sin amor. Pero como mi amigo muy claramente me lo dijo: “El corazón solo late rápidamente al principio, después se calma y son otros los factores que entran en juego”. Pero al mismo tiempo se transforma en un arma de doble filo, ¿Qué pasa si ese cuchareo solo es algo del momento? ¿Algo que no está hecho para durar? Que peligroso es tomar una decisión con tan poca información… tan poca certeza.
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Hablamos de los sentimientos y las certezas. Yo antes dije que un corazón puede valer más que 10 cabezas juntas. Sigo creyendo lo mismo, pero creo que no es lo único a tener en cuenta. Muchas veces un toma decisiones con los sentimientos, es decir, con el calor del momento o de ese torbellino de momentos. Con esto quiero decir que no me refiero a un momento único en el espacio, sino quizás a una cadena de eventos que conducen a un resultado final. Un resultado que puede estar completamente alejado de lo que creemos que somos capaces de hacer y que más tarde nos podemos arrepentir terriblemente.
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Pero cuidado, los sentimientos no se pueden dejar de lado. El matrimonio no funcionaría sin sentimientos, sin amor. Pero como mi amigo muy claramente me lo dijo: “El corazón solo late rápidamente al principio, después se calma y son otros los factores que entran en juego”. Pero al mismo tiempo se transforma en un arma de doble filo, ¿Qué pasa si ese cuchareo solo es algo del momento? ¿Algo que no está hecho para durar? Que peligroso es tomar una decisión con tan poca información… tan poca certeza.
Por otro lado, las certezas nos abren el camino. Son ellas las que a través de los sentimientos son capaces de ayudarnos a luchar. De dejar de lado todo que podría ser seguro o en otras situaciones entretenido o más aún SIMPLE. Cuando ya pasa esa época donde los sentimientos nos manejan y nos llevan a hacer locuras tanto buenas como malas, que hay que sentarse a pensar. ¿Es esto lo que quiero? ¿Es esta mi vocación? ¿Estoy dispuesto a dejar todo de lado por... esto? Cuando somos capaces de poner las cartas sobre la mesa, mirar todos los ángulos y quizás encontrar que lo que quieres te va a llevar a tener que enfrentarte al mundo entero pero es lo que realmente quieres más aún, lo que te HARÁ FELIZ. Dios, no puede haber nada más gratificante. ¿Qué diablos habría sido de Tom Cruise o Brad Pitt si sus padres solo hubiesen aceptado “Ingenieros” en su familia? ¿Qué habría sido de Muhammad Yunus si su convicción no hubiese sido lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a todo y a todos por sacar su banco adelante? Dios, creo que ejemplos hay miles.
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Por todo lo anterior, creo que hay que aprender a tener en cuenta lo que realmente queremos, lo que nos va a ser felices a nosotros y no al resto. Los sentimientos nos pueden cegar – todo en su medida claramente, no hay que generalizar – y perder el foco de lo que nos hará plenos. Aunque es el camino más difícil, el camino que nos hará enfrentarnos a mucha gente, a veces, seres queridos. Pero creo que si todo tema se aborda de la manera correcta, servirá para aclarar nuestra mente y dejar en claro al mundo entero cual es nuestro camino, donde queremos llegar y lo que tendremos que dejar de lado para llegar allí.
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La felicidad no llega sin sacrificios, pero más aún, nunca llegará sin esfuerzo.
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Si tienes una convicción, aférrate a ella y encuentra la forma de dar vuelta el mundo con tal de que sin dañar al resto, vayas en busca de tu plenitud, tu felicidad. Todo es posible, si uno así lo quiere. Hay que jugársela.