No es la primera vez que hablo de el… ni la segunda y seguro que no será la ultima.
El tiempo puede ser nuestro amigo, pero también nuestro peor enemigo. Todo depende de nosotros, de cómo tomemos la vida.
Hoy todo pasa cada vez más rápido. Nuestro entorno nos mueve a velocidades despampanantes. La tecnología. SIEMPRE tenemos algo que hacer. No existe el quedarse quieto, con la sensación de realmente no tener nada de nada que hacer.
Yo siempre he mirado la vida hacia delante. Siempre pensando en lo que esta me va a ofrecer después… Pero siempre disfrutando lo que tengo ahora y riendo y llorando por lo que tuve ayer.
De que nos sirve sufrir por ser “un año más viejos” ¡¡¡vamos!!! Tanto negativismo… Es un año más de vida, de recuerdos que se solapan en el colage que tenemos en la mente. Un año más de madurez que nos van transformando en alguien más completo. Un año más de estar con tu pareja, un año más junto a tus seres queridos. ¡¡¡Disfrútenlo, es un año más!!!
Pero también nos limita. Cuantas veces nos gustaría poder retroceder el tiempo y cambiar alguno de los miles de errores que hemos cometido. Cuantas veces nos gustaría congelar el tiempo. Poder estar eternamente dando ese beso. Poder disfrutar para siempre el dulce abraso de un niño que te quiere. ¡¡¡Los cachorros!!! ¡¡¡Quien no quiere que los cachorros sean chicos para siempre!!! Eternidad momentánea… Sería increíble. Pero pensándolo bien, yo apostaría que no sería lo mismo. Que gracia tendría congelar una estrella fugaz? No serviría de nada estar con ella (el) bajo el techo estrellado esperando sin decir nada que pase alguna. Siempre hay que mirar las cosas en perspectiva.
Ahora quisiera que el tiempo volara, que pasara y pasara hasta que… bueno… hasta que todas las etapas que se deban superar, pues, sean cubiertas… Que pase todo lo que tenga que pasar…. Y rápido, ¡por favor!
Irónico, tantas contradicciones. El tiempo ha jugado conmigo. Dejó que todo aquello que yo quería que fuese eterno pasara como un relámpago. Pero fue tan cruel como para detener el reloj en el dolor que se apoderó de mí. No pasa el tiempo en este corazón, y no hay relojero que pueda arreglarlo. Por lo menos por ahora.
Por eso, ahora solo me queda esperar y creer que el tiempo me lo dirá todo, o por lo menos, aquello que necesito saber.
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