Es tarde, casi las 3 de la mañana. Debería o estar estudiando o durmiendo para poder estar bien mañana. Para variar no puedo. Acabo de leer una par de líneas escritas por alguien muy especial que me ha marcado fuertemente en los últimos meses de mi vida. Muchas veces, en general casi siempre, digo lo que siento. No es anormal que pueda expresar lo que siento sin sufrir ni esforzarme mucho. Debo agradecer el ser capaz de mostrar mis sentimientos a flor de piel, me libera. Por un lado se me critica mucho porque demuestro mucho lo que siento, muy rápidamente y muy abiertamente. Pues, así soy yo. Difícilmente podré cambiar. Quizás esto afecte negativamente algunas de mis relaciones, pero como todos, este puede ser uno de mis grandes defectos y para ser sincero, es muy mío y lo aprecio mucho.
Como siempre, el camino tiene muchas piedras y como buen ser humano, suelo tropezar en cada una de las que se me cruzan. A veces no se como responder ante ciertos eventos, otras si. En este caso, quizás nunca lo descubra totalmente, ahí está la belleza del amor. No es extraño que no encontremos preferible el enfrentar los hechos, decir la verdad... mentira blanca dicen por ahí. Término vulgar para justificar lo injustificable. Las mentiras son mentiras, no hay vuelta para eso. (Aunque muchos saltarán por este comentario, agregándole un poco de relativismo al tema.) Otras veces, no es mentira lo que hacemos, solo es el no ser capaces de hablar a la cara, sin afán de hacer daño. Miedo, temor, timidez, como se le quiera llamar. ¿Con que fin? Pues el más simple de todos, ¡no quedar mal! Pero que idiotez más grande. Pensar que finalmente es bastante más fácil y probable quedar peor si las cosas no se enfrentan desde un principio.
Fueron meses buscando llenar mi corazón de un vació profundo que dejó una señorita muy importante en mi vida. Meses deambulando por las calles y corazones de Santiago buscando aquello que tanto atesoraba... mi pie... Ja... Creí encontrarlo un par de veces, solo una fachada. Una escultura de hielo que a la primera luz del día se derretía frente a mis ojos dejando solo el recuerdo de la belleza esculpida. Otras veces lo concreto se presentaba ante mis ojos, fuerte, firme. Llamándome a actuar, dar el siguiente paso... avanzar hacia lo desconocido. Hoy, no sé si no fui lo suficientemente fuerte, o quizás algo me decía que no era lo que debía hacer, un sexto sentido. ¿Quien sabe?
Cuando ya me rendí, me recosté bajo el árbol, lo que yo tanto andaba buscando me encontró solo. Definitivamente la vida es toda una ironía. Descanso, mis manos siguen tecleando con furor, pero no de la misma forma que antes. La rabia desapareció, la ansiedad se desvaneció, la necesidad escapó. Soy otro.
En este momento solo 1 cosa me pasa por la cabeza. Tranquilidad. Saber que ya voy a poder dejar a aquella niña tranquila. En paz, dejar que continúe su vida, tal como ella la tenía planeada. Lograr hacer aquello que tanto intenté en vano y que quizás en cierta medida transmitir a través de mis palabras. Es hora, dar vuelta la página, cerrar el libro, escribir uno NUEVO. En otra vida quizás el libro se abra nuevamente, quizás nunca. Eso se lo dejo al tiempo que tanto nos forma y guía.
Ahora soy feliz. Lo digo con toda la tranquilidad del mundo. Soy sumamente feliz. Tengo las metas claras, tengo un ahora y un después. En parte claro y en parte difuso (¡Gracias a Dios!). Quizás me arrepienta de ciertos actos pero hay algo que creo necesario decir:
Los regalos son regalos. Estos se entregan con un afán no de auto satisfacción, sino de que aquella persona que reciba el regalo se sienta feliz. Se llene un poco más de lo que ya está, que continúe un poco más allá en ese largo camino a la felicidad. Jamás se debe tomar de mala manera ni buscarle la quinta pata al gato. Es simple, es UN REGALO. A veces estos son pensados y calculados, otras solo surgen de una vaga sensación que produce el decir "pues si, ¡esto es EXACTAMENTE lo que deseo que tenga!" y se acabó.
Como siempre, el camino tiene muchas piedras y como buen ser humano, suelo tropezar en cada una de las que se me cruzan. A veces no se como responder ante ciertos eventos, otras si. En este caso, quizás nunca lo descubra totalmente, ahí está la belleza del amor. No es extraño que no encontremos preferible el enfrentar los hechos, decir la verdad... mentira blanca dicen por ahí. Término vulgar para justificar lo injustificable. Las mentiras son mentiras, no hay vuelta para eso. (Aunque muchos saltarán por este comentario, agregándole un poco de relativismo al tema.) Otras veces, no es mentira lo que hacemos, solo es el no ser capaces de hablar a la cara, sin afán de hacer daño. Miedo, temor, timidez, como se le quiera llamar. ¿Con que fin? Pues el más simple de todos, ¡no quedar mal! Pero que idiotez más grande. Pensar que finalmente es bastante más fácil y probable quedar peor si las cosas no se enfrentan desde un principio.
Fueron meses buscando llenar mi corazón de un vació profundo que dejó una señorita muy importante en mi vida. Meses deambulando por las calles y corazones de Santiago buscando aquello que tanto atesoraba... mi pie... Ja... Creí encontrarlo un par de veces, solo una fachada. Una escultura de hielo que a la primera luz del día se derretía frente a mis ojos dejando solo el recuerdo de la belleza esculpida. Otras veces lo concreto se presentaba ante mis ojos, fuerte, firme. Llamándome a actuar, dar el siguiente paso... avanzar hacia lo desconocido. Hoy, no sé si no fui lo suficientemente fuerte, o quizás algo me decía que no era lo que debía hacer, un sexto sentido. ¿Quien sabe?
Cuando ya me rendí, me recosté bajo el árbol, lo que yo tanto andaba buscando me encontró solo. Definitivamente la vida es toda una ironía. Descanso, mis manos siguen tecleando con furor, pero no de la misma forma que antes. La rabia desapareció, la ansiedad se desvaneció, la necesidad escapó. Soy otro.
En este momento solo 1 cosa me pasa por la cabeza. Tranquilidad. Saber que ya voy a poder dejar a aquella niña tranquila. En paz, dejar que continúe su vida, tal como ella la tenía planeada. Lograr hacer aquello que tanto intenté en vano y que quizás en cierta medida transmitir a través de mis palabras. Es hora, dar vuelta la página, cerrar el libro, escribir uno NUEVO. En otra vida quizás el libro se abra nuevamente, quizás nunca. Eso se lo dejo al tiempo que tanto nos forma y guía.
Ahora soy feliz. Lo digo con toda la tranquilidad del mundo. Soy sumamente feliz. Tengo las metas claras, tengo un ahora y un después. En parte claro y en parte difuso (¡Gracias a Dios!). Quizás me arrepienta de ciertos actos pero hay algo que creo necesario decir:
Los regalos son regalos. Estos se entregan con un afán no de auto satisfacción, sino de que aquella persona que reciba el regalo se sienta feliz. Se llene un poco más de lo que ya está, que continúe un poco más allá en ese largo camino a la felicidad. Jamás se debe tomar de mala manera ni buscarle la quinta pata al gato. Es simple, es UN REGALO. A veces estos son pensados y calculados, otras solo surgen de una vaga sensación que produce el decir "pues si, ¡esto es EXACTAMENTE lo que deseo que tenga!" y se acabó.
Son casi las 3:20 de la mañana. Es hora de que vaya dormir, a ver si puedo rendir algo mañana. Es muy tarde, pero ahora tengo un poquito más de calma en mi interior. Para variar, mis sentimientos salieron a flote. Pues si, los bagajes de mi cabeza. Ni más ni menos.
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