domingo, junio 29, 2008

Cada uno de mis 5 minutos

Hace ya bastante tiempo escribí lo que para mi fue uno de los post más importantes de mi vida (http://diaseba.blogspot.com/2006/05/5-minutos.html). Creo que después de eso, supe disfrutar más mi vida y no correr por todo.


Por supuesto, solemos olvidar nuestros propios consejos, así como los del resto. En los últimos meses, no he podido disfrutar mis 5 minutos. Cada día es una carrera. Una persecución para lograr uno de los grandes objetivos de la vida: Éxito profesional. Todo se ha basado en eso. Mi tiempo, el que tengo y el que no. Mis pensamientos, mi organización diaria e increiblemente, mucho más.


Hoy finalmente fui capaz de volver atrás. Si bien, he estado trabajando, logré darme mis 5 minutos. Increiblemente, cada uno de ellos los utilicé para lo mismo. Que sorpresa: mi media naranja. Dicen que la soledad es penuria. Pero creo que a veces la soledad es lo único que nos mantiene en equilibrio y es capaz de sacar lo que tenemos dentro de verdad. Tanto así, que la mera distracción o aparición de alguien, nos saca del balance y quizás que volvamos a la misma situación de siempre. Hoy... no fue así.



Minuto 1
: Abrí los ojos alrededor de las 12 del día. Hay que trabajar... levantate. Con más animo del que pensé, me preparé para comenzar el día. Pero el baño estaba ocupado por mi roomate lo que me dió mi primer minuto. Volteo la cabeza a mi lado y sólo veo vacío. A mi mente volvieron cientos de recuerdos. De pronto estaba en Viña del Mar, en un Domingo cualquiera. Yo siempre levantandome más tarde que ella. No era raro que para cuando abría los ojos en forma defintiva ella figurara con su bata de baño arriba de la cama con su computador en las rodillas y con la televisión encendida. Creo no poder contar ni siquiera una vez donde no intenté aprovecharme de esa situación. A veces nos quedabamos por horas en la cama, sin hacer prácticamente nada. Intentado dormir sin sueño. Mirando sin ver cada uno de los programas de televisión existentes. Pensando en lo que teníamos que hacer pero no queríamos. Cuantas veces me quedé mirandola hasta que se daba cuenta y me respondía con una sonrisa y un "Queeee".


Minuto 2
: Ya en la ducha, a pesar de haber dormido casi 10 horas, un cansancio inexistente me llevó a apoyar la cabeza contra la muralla y dejar que el agua corriera por mi espalda... Caminando por las aceras de Buenos Aires, es muy díficil no encontrarse con más de una pareja o una mujer hermosa caminando. Más aún cuando sólo el rítmo de la música nos acompaña y definitivamente te dedicas a observar. Cada vez que miraba, cada vez que realmente observaba a alguien, era inevitable comparar. Muchas veces con esa envídia escondida de querer pensar que alguien tiene algo mejor que tu o que alguien está mejor que tu. Parte del canibalismo propio de los seres humanos. Pero no puedo contar las veces que me salía una sonrisa de la cara al pensar que ningúno de ellos estaba mejor que yo. Ningúno tenía algo mejor que yo. Ningúno había alcanzado el mismo nivel que yo. Pero cuando bajaba la vista y miraba mi mano vacía... Rápidamente la sonrisa desaparecía. ¿Qué importa saber que tienes lo mejor.. si sabes que no está ahí contigo?


Minuto 3
: Después de un par de horas trabajando el hambre fue más fuerte y me fuí a preparar algo. Ya en la cocina y con los sartenes mezclando los sabores, una sonrisa me brotó en el rostro... "Yo no cocino" decía siempre. Pero fueron muchas las veces que entraba al departamente o me salía de la cama y la encontraba en la cocina. Con cara de niña sorprendida haciendo algo malo y siempre me tocaba un "laaaargooo". Las pocas veces que me dejaba entrar, la abrazaba y de una u otra manera la distraía para que me tuviera que decir "yaaaaa dejame cocinarrr". Cada vez que la veía haciendo eso me daba cuenta de lo mucho que significaba. Cómo era mucho más que cocinar, una forma de demostrar lo mucho que me amaba. A pesar de que siempre le quedaba genial, algún comentario de modestia oculta tenía que decir, en relación a que mi cocina era mejor. No había caso. Mientras el pollo al curry llegaba a su punto perfecto, no pude dejar de disfrutar ese tercer minuto.


Minuto 4
: Sentado frente a la computadora e intentado decifrar el como sacar adelante mi trabajo pendiente me di un minuto de descanso y me puse a escuchar una canción. "When You Say Nothing At All". Poco a poco mis ojos se pusieron rojos... Tanto como aquella noche en la boda de mi hermana, como tantos domingos, como cuando tenía pena y me miraba en búsqueda de rescate o cuando estaba enojada y me miraba con cara de "porqué me hiciste eso"... Pero nunca tanto como aquellas veces que después de tiempo sin vernos, la veía llegar del aeropuerto. La forma en que se cruzaban nuestros ojos valían más que mil palabras. Apenas y hablabamos, bastaba con lo que nos trasmitíamos sin decirnos nada. De vuelta a casa, nunca hablamos más de la cuenta, siempre dejamos que la música se encargara de ambientar y con las manos y rostros nos decíamos todo lo que se tenía que decír. Una y otra vez escuché la canción.


Minuto 5
: Me senté frente a mi otra computadora en mi habitación, tal y como lo hago siempre, llamo a mis padres para saludarlos por unos minutos. Después de unos pocos comentarios y contarnos brevemente que nos había pasado en el poco tiempo que no habíamos hablado, se tienen que ir a cenar. Me quedo frente a la computadora por un minuto más, no haciendo nada, disfrutando el silencio... Varias fueron las veces que tuve que callar para parecer como ausente. Mi alto nível de seguridad personal y mi tranquilidad en el manejo social se vieron debilitada por todo el mundo nuevo que me estaban planteando frente a mí. Algo de lo que no estaba acostumbrado. Tenía que hacer las cosas perfecto, todo tenía que salir sin errores. Tenía que demostrarle a tus padres y familia que no era el hombre que ellos pensaban. Este minuto fue el más importante. ¿Cómo sobrepasar mis grandes miedos? Me di cuenta de lo mucho que era capaz con tal de lograr lo que quiero, hacerla feliz. Sin duda en otra situación hubiese dado vuelta la mirada, pero en este caso, me jugaría la vida si fuese necesario.


5 minutos. Cada uno de ellos con su propio sentido, con su propia búsqueda. Aunque definitivamente no es posible poner las cosas en perspectiva en tan corto tiempo, si te abre el camino a pensar realmente en lo que se quiere. Por primera vez en mucho tiempo no dediqué esos 5 minutos a pensar en mi vida laboral. De hecho, no dediqué ni uno sólo de ellos. Puede ser porque me siento más tranquilo y creo que estoy haciendo las cosas bien para salir adelante en ese aspecto. Mi pensamiento definitivamente ha estado centrado en otro lado.


Irónicamente, se centró como siempre en aquello que no sé como resolver. Creo que he dado todo, lo seguiré haciendo. Pero me siento perdido, no se hacia donde voy. No tengo claro que resultará. Las dudas se revuelcan a mi alrededor como salvajes hazes de luz. Lo único que me sostiene en la cuerda floja, son esos 5 minutos de cada día. Que me hacen ver porque quiero seguir escalando. Hastan donde quiero llegar.
¿Pero como?
¿Me puedes ayudar?

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